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Fabula de los ratones y el gato

18 diciembre, 2022

El cuento del gato y el ratón en español

Hace mucho tiempo, los ratones tuvieron un consejo general para considerar qué medidas podrían tomar para burlar a su enemigo común, el Gato. Unos decían esto y otros aquello; pero al final un joven ratón se levantó y dijo que tenía una propuesta que hacer, que creía que resolvería el caso. “Todos estaréis de acuerdo -dijo- en que nuestro principal peligro consiste en la forma astuta y traicionera en que el enemigo se acerca a nosotros. Ahora bien, si pudiéramos recibir alguna señal de su aproximación, podríamos escapar fácilmente de ella. Me atrevo, por lo tanto, a proponer que se consiga una pequeña campana, y que se sujete con una cinta al cuello del Gato. De este modo, sabríamos siempre cuándo está cerca, y podríamos retirarnos fácilmente cuando estuviera en las cercanías”.

Esta propuesta recibió el aplauso general, hasta que un viejo ratón se levantó y dijo: “Eso está muy bien, pero ¿quién le pone el timbre al Gato?”. Los ratones se miraron entre sí y nadie habló. Entonces el ratón viejo dijo:

Fábulas de gatos

Había una vez una casa que estaba plagada de ratones. Una gata se enteró de ello y se dijo: “Ese es mi lugar”, y se fue a instalarse en la casa, y atrapó a los ratones uno por uno y se los comió. Al final, los ratones no aguantaron más y decidieron meterse en sus agujeros y quedarse allí. “Esto es muy incómodo”, se dijo la Gata: “Lo único que se puede hacer es sacarlos con un truco”. Así que se lo pensó un rato, y luego se subió a la pared y se dejó colgar por las patas traseras de una clavija, y se hizo el muerto. Un ratón se asomó y vio al gato colgado. “¡Ah!”, gritó, “es usted muy lista, señora, sin duda; pero puede convertirse en un saco de comida colgado allí, si quiere, y no nos pillará acercándonos a usted”.

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Había una vez un Gato que era tan vigilante, que un Ratón apenas se atrevía a mostrar la punta de sus bigotes por miedo a ser comido vivo. Ese Gato parecía estar en todas partes a la vez con sus garras listas para el zarpazo. Al final, los ratones se mantuvieron tan cerca de sus madrigueras, que el gato vio que tendría que usar bien su ingenio para atrapar uno. Así que un día se subió a un estante y se colgó de él, con la cabeza hacia abajo, como si estuviera muerto, sosteniéndose con una pata a unas cuerdas.

La historia del perro, el gato y el ratón

La versión griega de la fábula recogida por Babilonia se refiere a un gato que se hace pasar por un saco colgado de una pinza para engañar a las gallinas, pero su disfraz es descubierto por un gallo. Esta obra lleva el número 79 en el índice Perry. William Caxton cuenta una historia muy ampliada de las ratas que son las víctimas del gato. Éstas celebran un consejo y toman la decisión de no pisar el suelo y mantenerse en las vigas. El gato se cuelga entonces de un gancho y finge estar muerto, pero las ratas no se dejan engañar[1] Los autores posteriores sustituyeron las ratas por ratones. La lección moral que enseñan estos cuentos se resume en el proverbio inglés “Once bitten, twice shy”. El episodio de las ratas que celebran un consejo es similar a la fábula de Los ratones en el consejo, que sugería colgar un cascabel al gato, pero que sólo se desarrolló durante la Edad Media y tiene una moraleja completamente diferente.

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La versión de la fábula de Fedro lleva el número 511 en el Índice Perry y va precedida de un consejo sobre la necesidad de mantener el ingenio[2]. Cuenta cómo, para cazar ratones, una comadreja que se ha hecho vieja se enrolla en harina y se tumba en un rincón de la casa hasta que se acerca su presa. Un astuto superviviente descubre su truco y se dirige a ella desde la distancia. Al igual que Caxton, Roger L’Estrange también registró ambas variantes, pero no sobrevivió mucho más allá de su época.

Moraleja del cuento del gato y los ratones

La historia de El gato, los dos ratones y el queso podría haber aparecido originalmente en el Panchatantra, la aclamada colección de fábulas indias, una variación de la cual ha aparecido en numerosas colecciones de fábulas célebres transnacionales, como las Fábulas de Esopo griegas, la Kaleela wa Dumna persa y la LeRoman de Renart francesa.

Los cuentos de estas colecciones de fábulas, aunque parecen estar escritos para niños, son más apropiados para adultos. La brevedad y concisión de los textos, las tramas, las narraciones y los escenarios están subordinados a un dictado singular que a menudo se plantea en forma de pregunta moral. Y la gran variedad de animales, en un amplio abanico de tipos de personajes, son meros portavoces humanos cuya personalidad va desde lo noble, lo moral, lo recto y lo digno de confianza hasta lo conspirador, lo inmoral, lo engañoso, lo desviado y lo malintencionado.

En la antigüedad, algunos de los dobles sentidos de las fábulas se dirigían a tiranos despiadados que gobernaban por decreto y ejercían un poder absoluto sobre la vida de las personas. Un ejemplo es la fábula de El león y la liebre (a veces un león y un ratón) cuyo argumento es el siguiente. El león, el temido rey tirano del bosque, pisa una espina que con el tiempo se le clava en la pata y lo convierte en un débil discapacitado emasculado que pide ayuda. La liebre, sintiendo la vulnerabilidad del león, se acerca a él y se coloca entre sus patas, antes poderosas pero ahora impotentes.  Tras repetidas súplicas y sólo después de que el león prometa que nunca le hará daño, la liebre se quita la espina y salva la vida del león. Los tiranos deben tener cuidado: nunca se sabe cuándo van a necesitar el apoyo de sus ciudadanos.

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