La moral del gato y los pájaros
Había una vez un gato y un loro. Y se habían puesto de acuerdo para invitarse mutuamente a cenar, vuelta y vuelta: primero el gato debía invitar al loro, luego el loro debía invitar al gato, y así sucesivamente. Primero le tocó al gato.
El gato era muy malo. No proporcionó nada para la cena, excepto una pinta de leche, una pequeña rebanada de pescado y una galleta. El loro era demasiado educado para quejarse, pero no lo pasó muy bien.
Cuando le tocó invitar al gato, preparó una buena cena. Tenía un asado de carne, una olla de té, una cesta de fruta y, lo mejor de todo, horneó una cesta entera de ropa llena de pequeños pasteles, pequeños pasteles marrones, crujientes y picantes. Oh, yo diría que hasta quinientos. Y puso ante el gato cuatrocientos noventa y ocho de los pasteles, guardando sólo dos para él.
“Bueno, de verdad”, dijo el loro, que ahora estaba bastante enfadado, “¡no veo nada más, a no ser que quieras comerme!”. Pensó que el gato se avergonzaría al oír eso, pero el gato se limitó a mirarlo y a lamerse de nuevo las chuletas, ¡y resbalón! ¡Resbalón! ¡Golpe! El loro se fue al fondo de su garganta.
Cuento corto para dormir
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Un preciado cuadro de Paul Klee es la base de este caprichoso cuento sobre un gato y un pájaro, y sobre los temas de la libertad y la amistad. Un gato vive en una casa llena de juguetes, pero todos los días sueña con ser libre como el pájaro que observa a través del ventanal. Finalmente, con la ayuda del pájaro, consigue escapar y bailar en los tejados de la ciudad a la luz de la luna. Esta encantadora historia se desarrolla en una serie de ilustraciones juguetonas y brillantemente coloreadas, basadas en la obra del artista Paul Klee. Influenciado por la brillante paleta y el uso de formas y líneas del artista, el libro culmina con una deslumbrante reproducción de El gato y el pájaro de Klee. Acompañado de información sobre el artista y este cuadro icónico, el libro invita a apreciar la alegría sin límites que hace de Klee uno de los artistas más universalmente amados de todos los tiempos. Leer más
La lección de arte del gato y el pájaro
Regué el cultivo de albahaca a primera hora de la mañana, y me fijé en una geelogía que se paseaba al lado de la piscina. Estaba (asumiré que era una “ella”, porque estaba ocupada y era hermosa) buscando un sorbo de agua de la piscina, pero no podía alcanzar la superficie. Así que saltaba y se reía y llamaba mi atención sobre su situación. Así que le respondí y encontré un recipiente de helado en desuso, lo llené de agua hasta el borde y lo coloqué en una posición que ella pudiera alcanzar. En mi mente, estaba seguro de que el resultado la complacía.
No pensé más en la situación, mientras continuaba con mis tareas domésticas. Confiaba en que el pájaro descubriría el refresco en el momento oportuno. Disfrutaría de una bebida, una limpieza y un baño. Esperaba que quedara satisfecha.
Para mi sorpresa, el gato del vecindario, y no la simpática geelogía, fue el primer visitante del baño para pájaros. Este tímido bulto gris y peludo debió de observar cómo me dedicaba a mis tareas. Una vez que terminé de crear el “baño para pájaros”, decidió que parecía interesante y que había que seguir investigando. Me evitó a toda costa, pero con su típico enfoque felino, se dirigió al cuenco. Se sentó durante mucho tiempo y bebió profundamente del líquido fresco. De vez en cuando, levantaba la cabeza, miraba a su alrededor y no perdía de vista mis movimientos. Estaba claro que disfrutaba de la bebida fresca. Una vez que hubo bebido satisfactoriamente, se alejó hasta el resto del día. Aquí termina el cuento.
El gato y el pájaro leen en voz alta
Una vez viví al pie de una montaña y tuve un pájaro como vecino. Su casita estaba cerca del árbol en el que yo había construido mi nido, así que nos cruzábamos con frecuencia mientras hacíamos nuestra vida cotidiana.
Un día el Pájaro se fue volando y permaneció tanto tiempo fuera que yo estaba segura de que lo habían matado en algún lugar. Poco después de la desaparición del Pájaro, un Conejo vino a vivir a su casa. Pasó mucho tiempo antes de que el Pájaro volviera, y cuando vio al Conejo, le dijo: “Esta es mi casa. Vete enseguida”.
“No muy lejos de aquí, junto a la playa, vive un Gato muy devoto”, dijo el Pájaro. “Reza todo el día y no hace daño a nadie. No come carne; ayuna religiosamente, y sobrevive de la hierba y las hojas de los árboles de alrededor. Acudiremos a él para que nos juzgue”.
Cuando repitieron su historia, el Gato dijo: “Ahora entiendo la situación. Os aconsejo que sigáis buscando la justicia. Porque quien se esfuerza por la justicia siempre alcanzará su objetivo. No nos queda más que luchar por lo que es bueno”.